En los
últimos días venimos viviendo en Valladolid la realidad de lo que algunos ya
habíamos visto en el Sr. Presencio, electo de Ciudadanos, Partido para la
Ciudadanía.
Hablo desde la posición de AFILIADO en la primera agrupación que se
formó en Valladolid, allá por el año 2006.
No éramos ni
mejores ni peores ciudadanos que los actuales, pero ya sospechábamos que había
que dar un giro a la política existente, en aquel momento, a nivel local y
nacional. Nos sentimos atraídos por el ideario que el partido con raíz en
Cataluña, inoculaba en los que consideramos que, es verdad, habría que
posicionarse entre la izquierda y la derecha con un basta ya de rojos y azules.
Formábamos
aquél grupúsculo genético en nuestra ciudad. Ciudadanos de toda índole
socio-cultural. Desde catedráticos universitarios, profesores, hosteleros,
editores, funcionarios de carrera, obreros y por si alguien aún en el cara
libro no lo conoce, empleado del ferrocarril en la empresa privada como es mi
caso.
Reuniones cada
semana, en cafetales y baretos más bien de rutinas progres en nuestra ciudad,
eran el escenario perfecto para ir dando forma al ideario (extraído de la
internet) y adaptarlo a la concreción de nuestra nunca suficiéntemente amada Pucela.
Elegimos
representantes ante los demás conciudadanos, vocal y hasta un jefe de prensa.
Teníamos casi todo organizado. Pero esto no valió. No sirvió que algunos “hiciéramos
calle” el día de la Constitución en aquella época enseñando a Valladolid que
había una nueva formación que quería cambiar las cosas. Tuvimos la oportunidad de que Antonio Robles nos hiciera un hueco en su apretada agenda de entonces.
Sorpresivamente
nos enteramos que CIUDADANOS, Partido para la Ciudadanía volvía en una segunda
oleada a Valladolid. Oye, no sé de dónde partió esa convocatoria que ni a LOS
QUE PAGÁBAMOS CUOTA nos avisaron. Por la puerta de atrás.
¿Imagináis
quien lideraba esa segunda incursión en nuestra querida, amada, respetada
ciudad? Pues sí, él.
No pocos en
aquel momento decidimos salir, primero por la falta de respeto de la
organización y órganos del partido en Barcelona y segundo y más grave, porque
el libro de bitácora ya estaba redactado y quienes iban a ser sus
protagonistas.
Unos
hicieron un transfuguismo excesivamente dinámico meses antes, hacia el partido
de Rosa, quizá buscando algo que en aquellos cafés de tertulia y consolidación
local, avisábamos no iba a fraguarse.
Y otros decidimos
dedicarnos a otras cosas, las cosas que nos dan de comer desde hace años.
Nuestros trabajos.
¿Que nadie
supo, quiso o ni se molestó en ver que aquellos quince, queríamos hacer lo que
ellos pensaban desde el parlamento Catalán pero fuera de Cataluña? Quizá.
¿Que, pobres
incautos de nosotros, pensamos que gentes sin el oficio de político podíamos
tener un espacio en el servicio ciudadano? También.
¿Que aquí estamos,
por si nos necesitáis? Por supuesto, pero escuchad más a las gentes de la
calle.
Y en cuanto
a lo de Presencio, quien esté libre de pecado, tire el primer pedrusco. Que a
cualquier puta se le escapa un pedo y no por ello es una pedorra. O que quien
mata un perro es un “mataperros”
Nadie como
cada quién, a sabiendas de sus fobias, filias y aficiones privadas, deberá
actuar en consecuencia y pensar (suponiéndole grado de inteligencia medio), si
te puedes dedicar a representar a tus vecinos o por el contrario y si eres
bueno en tu oficio, quedar en la sombra haciendo esa labor en el partido.
Eso sí, si
desde el principio has ido buscando (desconozco si será el caso) el
protagonismo de formar parte de la Corporación Municipal y lo mediático o tener
unos ingresos de más de 30.000€/año cuando ya tienes las facturas pagadas de
sobra, póngale usted un nombre.
Yo me
decanto, en este caso, más por el postureo que por lo económico. Pero bueno,
que sean las conciencias de todos las que busquen una solución a este asunto
pero que lo hagan rápido, porque la contaminación a “la marca” puede tener
consecuencias colaterales para los que si tienen ese espíritu de Servicio a la
comunidad durante unos años, pero luego volver cada mochuelo a su olivo.
Y por
cierto, soy sospechoso de muchas cosas, pero os recuerdo que nací en el barrio
de España allá por la mitad de los años 60 y marche de allí con 22 años y esto me hace
mucho más solidario y rebelde que a muchos que vivís en posiciones acomodadas y
pensáis que sois libres desde esa atalaya, llamar facha a uno que llama a las
cosas por su nombre… Sentido común. Ese es el nombre con lo que intento llamar
a las cosas.
Salud,
Ciudadano.